Ira
La ira es una emoción que se activa para la defensa. Su función es movilizarnos ante situaciones que ponen en compromiso nuestra integridad, de forma que podamos eliminar obstáculos o evitar la confrontación con los demás, inhibiendo sus reacciones. Además de la activación emocional que supone, conlleva otros dos componentes: el evaluativo que viene siendo la hostilidad y el conductual que es la agresión. Puesto que es una emoción que si no se modula de forma adecuada puede desembocar en conductas agresivas, no es difícil encontrarla como problemática para algunas personas. Para afrontarla es necesario analizar la valoración cognitiva e introducir técnicas de relajación que proporcionen la desactivación fisiológica, disminuyendo así el componente conductual o la agresividad propiamente dicha, además de la propia respuesta emocional.
Una forma de responder de forma adaptativa ante la ira son la búsqueda activa de soluciones y la respuesta asertiva.
Para iniciarse en el manejo de la ira, es muy importante tener presentes los procesos del pensamiento (valoración cognitiva) que promueven esta respuesta:
- Las exigencias, órdenes y coacciones (insistencia de forma rígida y autoritaria de que el mundo debe ser de cierta forma). Esto supone que no es la frustración la que promueve las respuestas, sino las propias actitudes exigentes, perfeccionistas, absolutistas, rígidas y, a menudo, moralistas, con las cuales se evalúan los acontecimientos.
- La necesidad de aprobación, en las relaciones interpersonales, está detrás de respuestas como exigir que los demás no se sientan molestos o tengan sentimientos negativos hacia uno. Esta actitud suele dar como resultado sentimientos negativos hacia uno mismo o hacia los demás.
- La culpabilidad y el castigo, suponen dos estrategias que promueven la externalización de la responsabilidad y la justificación del comportamiento hostil.
- La provocación con etiquetas cognitivas.
- Los sesgos de atribución. Suponen establecer una relación causal sobre los acontecimientos o las conductas, de forma errónea. En psicología social aparece comúnmente el llamado “error fundamental de atribución” que supone analizar la conducta errónea de los demás en función de su personalidad (causas disposicionales) y la conducta propia en función de la situación (causas situacionales).
- Sobreestimar la probabilidad de eventos negativos e infraestimar la probabilidad de eventos positivos. Errores comunes de cálculo probabilístico.
Otras estrategias de cambio:
- Tiempo fuera: marcharse del lugar de la provocación y/o demorar la respuesta para disminuir la ira.
- Entrenamiento en solución de problemas y autoinstrucciones.
- Atenuantes emocionales: por ejemplo, pensar en una imagen relajante.
- El humor.
Una vez entrenada la relajación y las habilidades cognitivas de afrontamiento, se está en disposición de exponerse de forma escalonada a situaciones productoras de ira, con el fin de aplicar la regulación emocional trabajada.